El mar, herido de muerte: sobre el derrame de petróleo en Perú y qué podemos hacer

El 15 de enero de 2022 un derrame de petróleo del buque de bandera italiana Mare Doricum, propiedad de la empresa española Repsol, bañó de negro la costa  de Perú. Poco se ha hablado en España de la tragedia, considerada como “el peor desastre ecológico ocurrido en Perú en los últimos tiempos”. Nuestra colaboradora en la capital peruana y antropóloga Maribel Tovar comparte la crónica de lo ocurrido.

“Mireu-lo fet una claveguera. Ferit de mort”, (Plany al Mar de Serrat)

Rabia, impotencia, pena e incredulidad. Estas y alguna más fueron las emociones que nos invadieron cuando este enero nos llegaron las imágenes de la inmensa mancha de petróleo extendiéndose por las costas del Océano Pacífico en el mar del Perú, a unos pocos kilómetros al norte de Lima.  Los versos que cantó Serrat hace años al Mediterráneo continúan dolorosamente vigentes en todo el planeta, así como sus causas: “Per ignorancia, per imprudencia
Per inconsciencia I per mala llet”. 

La noche del 15 de enero un barco petrolero que descargaba crudo en  la refinería de la Pampilla, administrada por Repsol, derramó casi 12 mil barriles de petróleo en el mar. Según la última medición, se calcula que la mancha de petróleo se extiende en 1.800 kilómetros cuadrados de franja de playa y más de 7.100 kilómetros cuadrados de mar, pero seguirá ampliándose hacia el norte, empujada por las corrientes marinas.

La costa peruana es una larga franja de desierto de arena, entre el océano y la muralla de los andes, atravesada por ríos que se forman en las alturas de la cordillera. Alberga una enorme riqueza sutil y vulnerable.  El mar del Perú es uno de los más biodiversos del mundo.

Es el mayor desastre ambiental en la historia del Perú, cuyas dimensiones contrastan con la poca repercusión en España, teniendo en cuenta que está  implicada la multinacional española Repsol, como principal responsable del mismo. ¿Qué hubiera pasado si hubiese ocurrido en las costas de España o de cualquier país de Europa?

El derrame deja una situación dramática en la zona, y consecuencias económicas, ambientales y de salud en animales y humanos, que durarán años. Aunque se “limpie” el mar, el petróleo permanecerá décadas en el lecho marino de la zona.

Especialmente indignante ha sido la gestión de Repsol y su política de comunicación, plagada de ocultismo y prepotencia. Repsol, el principal responsable de este desastre, ha mentido, dilatado  y ocultado información desde el primer minuto. Primero minimizando lo ocurrido, y luego echando culpas ajenas a diestra y siniestra, sin asumir las propias. Los hechos han desmentido a la multinacional, mostrando en cambio que su inacción e intento de ocultamiento causó que el desastre fuera aún mayor, al no actuar a tiempo.

El mar peruano, cuna de las antiguas culturas

Hace unos pocos meses, camino al norte peruano, subí por la carretera Panamericana y me detuve  en el sitio arqueológico de  Vichama, a sólo unos kilómetros de la zona del derrame. Uno de los lugares más antiguos del Perú, perteneciente a la cultura Caral, surgida hace casi 5.000 años. A unos metros de este sitio, revientan las largas olas del Pacífico.

Cada vez que vuelvo a Perú contemplo el horizonte desde la costa peruana, y me embarga una emoción profunda, por ese mar infinito y furioso, cuyas ondas interminables y remolinos turbulentos  se pierden hacia el norte o al sur.  Por el cielo que se incendia cuando el sol se pone en el horizonte.  Durante largo rato miramos la línea del mar, los múltiples colores de las piedras redondeadas por el tiempo, y la soledad de una playa salvaje que había sido transitada por las y los constructores de ese antiguo lugar.

Fue la biodiversidad de esas costas peruanas hoy plagadas de petróleo la que permitió alimentar -literalmente- la posibilidad de la cultura-esa delicada urdimbre-, que después se tejió en siglos del intercambio y conocimiento de la naturaleza que se desarrolló en el antiguo Perú y que nos acabó legando el maravilloso Machu Picchu.

El trenzado de redes de pesca favoreció el cultivo de algodón, hace miles de años. En la iconografía y los textiles de culturas costeñas como los Nasca, Moche o Paracas, se plasma la especial relación de las civilizaciones del antiguo Perú con este mar, sus especies marinas  como las aves, lobos de mar, orcas, manta-rayas, así como los pescadores y buceadores submarinos, representadas en templos (Chan Chan, Las Balsas, Pachacamac), y estilizadas figuras, todos objeto de culto y respeto como fuente de vida y poder.

Las especies afectadas: golpe mortal a la biodiversidad

Desde hace años esta costa está amenazada por el incesante crecimiento urbano, la llegada de desechos a través de los ríos o aguas subterráneas, producto de una industrialización desordenada y caótica, que genera incontables problemas, como la proliferación de plásticos en las playas. Aun así la vida y la biodiversidad se habían mantenido, a duras penas, abriéndose paso y logrando protección  legal en  dos Áreas Naturales Protegidas que hoy han sido fatalmente afectadas: la Zona Reservada Ancón y los Islotes de Pescadores, perteneciente a la Reserva Nacional Sistema de Islas, Islotes y Puntas Guaneras, donde habitan especies como el pingüino de Humboldt y la nutria marina.

El derrame ha costado la vida de diversas especies marinas, afectadas directa e indirectamente. Según las autoridades peruanas al menos 180.000 aves corren peligro por el vertido petrolero. Las corrientes marinas arrastraron la mancha negra de crudo, provocando hasta ahora la muerte de cientos de mamíferos marinos, aves y peces, así como el envenenamiento de otras tantas: piqueros, guanay y pingüinos e innumerables especies de peces y aves migratorias. Las especies que logran ser rescatadas son  trasladadas y entregadas al Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor) para su atención por médicos veterinarios, pero apenas la mitad sobreviven.

El símbolo de esta pérdida irreparable es una familia de nutrias marinas que vivía en los islotes. La nutria marina está en peligro de extinción, y su protección y monitoreo ha costado años de esfuerzos y recursos (años y recursos del Estado que también deben cuantificarse): todos los miembros de este grupo familiar han muerto envenenados por el crudo . Dada la fragilidad de la especie se le considera una extinción a nivel local.

La comunidad local afectada: pescadores, madres de familia, pobladores

En esas playas y bahías, hasta hace poco más de un mes,  pescadores artesanales herederos de esos antiguos pobladores que construyeron la más antigua de las civilizaciones de América salían a la mar a buscarse el sustento.

Hoy, se han quedado sin nada. Algunos se han visto obligados a aceptar el trabajo ofrecido por Repsol: limpiar el petróleo de las playas con malos equipos, sin preparación y poniendo en riesgo su salud.

También madres de familias pobres que alquilan sombrillas y venden comida en temporada de verano para mantener como pueden a sus familias, o generar un precario ingreso extra que muchas veces marca la diferencia vital. Ellas y ellos denuncian el abandono tanto por parte de la empresa como por parte del estado peruano.

Y a poco más de un mes del derrame, las miradas ya se empiezan a desviar bajo otros focos.  Cada vez parecemos olvidar más pronto. Pero los daños se mantendrán durante años de años, mientras Repsol intenta esconder el petróleo debajo de la alfombra, enterrando -literalmente- en la arena o negando la existencia de más espacios y especies afectadas, que siguen apareciendo muertas en las playas.

Vecinas y vecinos, ciudadanía e instituciones ecologistas siguen advirtiendo de la necesidad de continuar las labores y hacer frente a las responsabilidades a largo plazo. Porque aunque de mayores dimensiones y más visible, este incidente no es un hecho aislado. Es en realidad la norma, el modo en el que opera el sistema: entre los años 2009 y 2019 ocurrieron más de 400 derrames de petróleo en la Amazonía Peruana. Y sólo en Loreto se registraron más de 40 derrames de hidrocarburos entre marzo de 2020 hasta julio de 2021. No es la excepción sino la norma.

¿Qué podemos hacer?

Desde la apuesta por el turismo sostenible y respetuoso, como personas que valoramos recorrer el mundo y su diversidad, nos encontramos ante la necesidad de una profunda reflexión. Siempre podemos actuar: pedir responsabilidades, informarnos y compartir esta información. Es la oportunidad de no mirar a otro lado.

  1. Colaborar económicamente. La ciudadanía peruana e instituciones privadas han creado diversas  campañas. Aquí, el enlace de una de ellas, en la que participan organismos confiables, con años de trabajo en materia medioambiental  “Recupero mi mar”.
  2. Informarnos más. Investigando y reclamando a las empresas un compromiso con la sostenibilidad y la responsabilidad. Como usuarias y consumidoras podemos hacer sentir nuestra voz. Aquí un documental sobre el incremento de derrames en el mar peruano de la organización peruana Oceana.
  3. Conocer y valorar. La importancia de la biodiversidad del mar peruano y sus costas se explica en el documental Pacificum, disponible en Netflix, donde puedes conocer más sobre el mismo, desde el punto de vista de diferentes científicos y científicas y disfrutar algunas de las más hermosas imágenes del océano y el desierto peruanos, en permanente peligro.

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Más información y fuentes:

Enfoque derecho

La Mula Verde

Oceana

El País

Tarannà con los Objetivos de Desarollo Sostenible

Tarannà con los ODS

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Retos universales para garantizar un planeta más sostenible, diverso y justo.
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