Con motivo de la campaña Mujeres Inspiradoras del Mundo, os presentamos a Maria Petit, sensibilizadora sobre la discapacidad visual y cofundadora de la Fundación Punt de Vista.
“Cuando tenía 17 años sufrí un accidente de tráfico, choqué contra un camión yendo en motocicleta y perdí la vista, el olfato y una parte de la cara que me tuvieron que reconstruir. Mi vida cambió completamente, pasé de tener cinco sentidos el 12 de julio de 2010 a tener tres el día 13, en plena adolescencia”, nos explica Maria. “Fue un shock muy grande”, añade.
Desde aquel verano hasta nuestros días, la vida de Maria ha pasado por diferentes fases. “Al principio, era bastante inconsciente, recuerdo que hubo un momento en el que pensé ‘esto de quedarse ciega no está tan mal’ porque era todo el día el centro de atención. Empecé a estudiar, trabajar, hacer atletismo… hacía de todo y no me había preocupado por mi autonomía, es decir, intenté llevar la misma vida que tenía antes del accidente, pero sin utilizar un bastón o un perro guía, apoyándome en los demás”.
El punto de inflexión
“Cuando vi la dureza del asunto, lo pasé realmente mal. Me di cuenta de que tenía que espabilarme: ¿de qué me servía correr 100 metros en 14 segundos si no podía salir de casa sola? Fue cuando en noviembre de 2014 decidí ir a buscar a Tavish, un perro guía, a Michigan (Estados Unidos)”, nos explica, mientras el adorable animal descansa a sus pies atento a cada movimiento.
“El año de adaptación con Tavish fue muy duro (un perro guía no hace magia). Pero poco a poco empecé a recuperar autonomía, volví a sonreír y a encontrarme conmigo misma”.
La experiencia de viajar
“Desde muy pequeña me apasionaba viajar, cogía todos los catálogos para irme al extranjero… quería ir a todos lados. Una vez tuve el accidente, empecé a cumplir mi sueño de viajar: estuve con amigos en Toronto, Marsella, Düsseldorf, Marruecos, Ibiza…”.
“Al recuperar mi autonomía, ¡empecé a viajar sola!: me fui con una familia a San Diego (Estados Unidos), Indonesia, India… Me gusta tanto viajar porque es una pequeña desconexión, un cambio de estímulos. Vivimos en una sociedad en la que los estímulos son en su mayoría visuales (el 80%), yo los busco de otras maneras: el hecho de viajar -tampoco hace falta ir muy lejos- significa conocer a la gente de allí, el clima, la gastronomía… hablamos mucho de ver mundo, yo digo vivir mundo que es lo que realmente me gusta hacer cuando viajo”.
No es fácil poder viajar con discapacidad visual. “No sólo me he encontrado obstáculos, también comentarios: recuerdo que, yendo a India, haciendo escala en Dubái, una chica me preguntó si viajaba porque el gobierno me lo pagaba”, comenta riendo. “En otro viaje, que me iba a hacer surf a las Canarias, la persona que me ayudaba para llegar al avión me dejó en un avión que iba a ¡Londres!… cuando nos dimos cuenta por suerte no había despegado, pero había perdido el avión a las Canarias”. Y añade reflexiva: “Tienes que confiar mucho en las personas con las que vas”.
El pasado verano, Maria subió sin problemas a la Pica d’Estats (3.143 metros), una de las montañas más altas de la cordillera de los Pirineos. Y este otoño se atrevió con el Aneto (3.404 metros). “Fue una experiencia muy grande. Estuve acompañada de unos guías fantásticos como son los alpinistas Ferran Latorre y Steffi Troguet”, recuerda. “Fueron 14 horas y media de una experiencia totalmente inolvidable. Gestas como éstas te hacen pensar ‘si he podido hacer todo esto, ¿qué me puede parar?'”.
El día a día
Maria trabaja en el Departamento de Comunicación de Hallotex, una empresa de diseño de moda, es cofundadora de la Fundación Punt de Vista y hace conferencias por toda España con la Fundación Adecco moviendo el mensaje de que las personas con cualquier tipo de discapacidad tienen derecho a una oportunidad laboral. Además, ha preparado un libro con la periodista Maria Xinxó, Marieta de l’ull viu, que verá la luz el próximo febrero.
“Vivimos en una sociedad en la que la discapacidad está muy encasillada y etiquetada. El trato es normalmente muy ofensivo a partir del no saber muchas veces, la gente actúa y no interactúa. A las personas con discapacidad hay que tratarlas como personas”, sentencia. Y agrega: “La sociedad pone muchos límites y los sorteamos como podemos. Perseguir sueños, retos e ilusiones es lo que nos hace seguir adelante”.
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